El Mito de Eco.
Las Ninfas son de los seres más versátiles y con la genealogía
más basta dentro de la mitología, abarcan un largo catálogo de linajes como
son: Nereidas, Oceánidas, Melias, Náyades, etc.
Suelen estar asociadas a la naturaleza, sobre todo con los
árboles, ríos o plantas. Su característica particular es que no poseen una realmente,
son descritas de diversas maneras y con variados atributos, aunque algo que sí resulta constante es que se presentan con
forma femenina, es decir, son divinidades antropomórficas, y sobre todo, de
gran belleza.
En los mitos suelen ligarse con el linaje de los dioses, ya
sea que éstas descienden de alguno, o que serán la madre de uno. También es
contante el tópico de que suelen ser víctimas de persecuciones amorosas, pues algún ser
se enamora perdidamente de ellas y ha de seguirla hasta obtenerla, tal es el
caso del dios Apolo con la ninfa Dafne.
Aparecen en entornos festivos o eróticos, bailando con
los silenos, manteniendo relaciones sexuales con ellos o siendo perseguidas. Sin embargo, algo más que puede apreciarse en los mitos que
involucran a alguna ninfa es que hay alguna lección de por medio. Se utilizan
para ejemplificar algún vicio o virtud humana. Tal es el caso de la ninfa Eco.
En Las Metamorfosis de Ovidio (III,
339-510), Eco había sido hechizada por Hera, cuando la diosa descubre que la
ninfa la distraía con sus pláticas mientras Zeus tenía otros encuentros amorosos. El
castigo consiste en que Eco, que siempre había sido parlanchina, solo puede
repetir la última frase que escucha, perdiendo así la libertad de conversar con
otros y el control sobre su propia voz. Enamorada del joven Narciso, cuando
este la rechaza, la joven ninfa huye desconsolada y se aísla del resto del
mundo y solo cuando escucha algún
sonido, involuntariamente lo reproduce y de ahí la razón de escuchar el eco en
el viento.
El vicio que refleja Ecos es quizá
la osadía del engaño hacia los dioses o su mal hábito de hablar demasiado, sin
saber medirse, y ahora su castigo es que hablara incluso contra su voluntad.
Otra versión aparece en Longo en
Dafnis y Cloe (III.23), cuando el joven Dafnis le relata a su amada Cloe la
razón de escuchar el eco en las montañas. La joven Eco era una ninfa, que, aunque
era mortal poseía una gran belleza y gran habilidad para los cantos y para
tocar los instrumentos. Cuando llegó a la flor de su juventud, apegada a su virginidad
rehuía al matrimonio, ya fuera con dioses o con hombres. Víctima de la envidia del dios Pan debido a
sus dones y a que no podía conquistar a la muchacha, infundió locura a cabreros
y pastores, que despedazaron a la ninfa igual que si de una presa se tratara.
Ya hecho esto, diseminaron sus restos por toda la tierra y estos, ya sea
cubiertos por la misma tierra o convertidos en piedras, guardando su música en
su interior, imitan los sonidos a su alrededor.
Aquí Eco es una víctima de la
envidia divina y también de su rechazo al casamiento, algo que en otros mitos
también se puede ver cuando alguna mujer deseaba conservar su virginidad por
sobre el matrimonio y eso causaba, al parecer, el desagrado de algún dios.
Echo - Alexandre Cabanel (1874). |
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