martes, 16 de octubre de 2018

Tarea 4. Aylin Bernal

El centauro a través de Aníbal Rodríguez



De centauro a oveja
Tu venciste mi orgullo, de pasión me encendiste,
un jardín de esperanzas en mi pecho sembraste,
de ensueños deslumbrantes a mi alma la cubriste,
mi salvaje carácter con amor cautivaste.

Me tenía jurado que jamás rogaría,
y pensaba que el mundo me podía tomar,
al mirar tu sonrisa mi promesa se haría
un endeble velero que se pierde en el mar!

De mil mujeres vanas había disfrutado,
sus efluvios fragantes en mi lecho quedaron,
mas tus labios carnosos me dejaron prendado,
y mis sueños bohemios con tus besos brotaron.

Decía en mi arrogancia que amar es gran locura,
y que nunca me fiaba del amor de mujer,
y pensar en amarte por tu inmensa ternura,
en mi alma vanidosa, jamás pensó caber.

Mas llegaste un día con miradas tan tiernas,
y te vi tan distinta que te pude querer,
y prendiste mi pecho con tus luces eternas,
el hechizo divino que me pudo vencer!

El hidalgo centauro de la inmensa llanura
que ninguna atadura lo podía apresar,
le bastaron tus ojos de infinita dulzura
que lo tienen vencido, sin siquiera luchar!

Aníbal Rodríguez





Los centauros a lo largo de la historia han sido sacados de las páginas de los libros de autores clásicos para llevarlos a novelas y películas de ciencia ficción. Ya sea por lo anterior o por una búsqueda más profunda, tenemos una idea de como se supone debieron ser los centauros, principalmente a las descripciones y relatos de autores antiguos como Homero, Luciano, Pseudo-Apollodorus, entre otros, algunos de los ya mencionados los describen, físicamente mitad caballo, mitad hombre, con barba y cabello largo, también los acompañaban algunos materiales de caza a la mano y a veces con un taparrabo. En cuanto a su personalidad, eran descritos como seres que representaban el lado salvaje del hombre, violento, lleno de sentimientos como la lujuria, ira y su famosa afición y locura por el vino, la caza y las mujeres, a las cuales solían raptar, como Neso hizo con Deyanira. Eran considerados el lado opuesto de la civilización y el enemigo del lado masculino civilizado de los hombres.

Ahora bien, en este poema que cito Aníbal Rodríguez habla de sí mismo como un hombre salvaje, que solo ha podido ser controlado por medio del amor y una mujer, y lleva acabo una contraposición justamente de su lado salvaje, al cual equipara con la personalidad de un centauro y su otro lado “civilizado o tranquilo” con una oveja. El primer lado y al cual hace mucho hincapié en todo el poema, el de centauro, le atribuye que lo posean, como podemos ver en la primer estrofa, sentimientos tales como el orgullo y un carácter salvaje y hace ver al protagonista como un ser perdido. En la tercera estrofa habla de este carácter, imposible de controlar por sí mismo, lujurioso y lleno de pasión por las mujeres, que solo es controlado gracias al amor. En la cuarta estrofa, habla también de la arrogancia y describe a su alma como vanidosa, usa para describirse todos estos sentimientos negativos y con carácter salvaje, fuera de lo normal y correcto que un hombre debería de ser, incluso en la última estrofa se retrata a si mismo ya de manera más directa como un centauro de la inmensa llanura que ninguna atadura lo podía apresar, recalcando de nuevo el carácter salvaje, aturdido y pedido de su ser, características que lo hacen ver como un animal salvaje que al ser domado, se irán, por el amor y los ojos de infinita dulzura de una mujer, quien al mismo tiempo le dio esperanza a su corazón.





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